Película de Hitchcock que puso apelativo a la chaquetilla esa de lana. Spoiler, Rebeca es la otra, la Fontaine no tiene nombre...
Dada la linea de trabajo que lleva promoviendo estos últimos meses, al menos de palabra, sus asesores deberían recomendarle prescindir completamente de la denominación de origen.... nada más subversivo que alguien sin nombre...
Lo que me da pie a una entrada leve y etérea con la que pasar la tarde... ¿Determinará el nombre que nuestros queridos padres tras seguro largos debates decidieron aplicarnos, nuestros devenires, comportamientos y actitudes... o eso queda al más puro libre albedrío individual?
Me refiero a que uno no puede llamarse por ejemplo Alejandro y ser un birria; si así fuera se abriría una grieta en el espacio tiempo para restablecer el equilibrio. Si pretendes llevar con dignidad un alias como ese, hay que tener las espaldas muy anchas, o sino ir a la biblioteca a conformarlas.
Llamarse Harry Poter o Burguer King (nombres reales) dice más del pasado de los progenitores que del futuro de las criaturas, quienes seguro acudirán al registro a las primeras de cambio.
Si te llamas Santiago, siempre tendrás un largo camino que recorrer, aunque no optes precisamente por él.
Si lo tienes compuesto, José Carlos, José Ángel, Luis Alfredo..., tendrás que lidiar con problemas de esquizofrenia y doble personalidad a lo largo de tu vida. Los injustamente maltratados Géminis lo dicen, mejor dos que ninguna.
Una letra puede cambiar completamente el alcance de un nombre, y así puedes pasar de ser un detergente, Elena, a una Diosa Griega, Helena...no quedando bien claro en realidad cual de ambas posiciones es la más cómoda.
Hay pocos nombres de cuatro sílabas que se salven, sólo se me ocurre Estibaliz, y siempre estarás condenado pese a la oposición de tus papás, a que te lo contraigan. La repentina ceguera que les sobreviene a algunas personas con ciertos asuntos tras covertirse en padres, no les permite caer en la cuenta, de que si no te acortan o no te ponen un mote, es que no tienes amigos.
La importancia de llamarse Ernesto es un secreto que Oscar Wilde se llevó a la tumba y que ocultó intencionadamente escribiendo un libro al respecto.
Afortunadamente la costumbre de poner el apodo del santo del día desapareció (yo me hubiera llamado Bonifacio y mi hijo Pelayo)...,como desaparecerán los Apolonios, Asunciones o Doroteos...
Y por último, nombres cuya definición ya deja claro de quién estamos hablando.... "Alberto, brillante por su nobleza"...porque las estrellas no pueden equivocarse...
Tal vez esperabais algo de mayor enjundia a propósito de las recientes, pero éste es un sitio serio y decente, para leer tiras cómicas hoy tenéis otras páginas...

















































